Contemplar mientras descansamos

El verano es ocasión propicia para tomar las cosas con un poco más de distancia, para revisar enfoques, concretar propósitos de mejor, además de –por supuesto- para descansar plácidamente. Todo eso es compatible con disfrutar de los entornos naturales que nos resulten cercanos. Hay ya una buena proporción de personas que buscan su descanso precisamente en lugares de valor paisajístico. Otros, siguen dejándose atrapar por la nutrida playa, tostándose física y mentalmente, pero aprecian otros lugares cercanos donde al menos haya algo de belleza natural. Para unos y otros les recomiendo que cierren de vez en cuando el ordenador, apaguen el móvil, prescindan del reloj, y disfruten mirando ese paisaje, quizá novedoso, quizá ya visto pero apenas percibido. Contemplar es observar atentamente, pero también dejar que lo observado penetre de alguna manera en nuestro interior, escuchar su mensaje.
Valle de Ultzama, Navarr (foto E.Ch.)
Estoy leyendo estos días un libro de un escritor amigo, Pedro Antonio Urbina, ya fallecido, sobre el Amor a la Belleza. Me está dando mucho que pensar, pues como buen artista brinda reflexiones de gran calado sobre su cercanía a cualquier manifestación de belleza. Generalmente la entendemos como belleza creada por el artista, pero sería una pena no descubrirla también en la Obra del Artista por excelencia, la más cercana a nosotros, pero también la más rica, la más diversa, la más profunda, aunque no siempre la más fácil de percibir. Necesitamos algo de sosiego interior, apagar el móvil, prestarnos ese silencio que tanto nos rehace por dentro, mirar simplemente,… Como bien dice el libro que estoy leyendo, la Belleza se ve, no se razona. No hace falta argumentar nada, ni ser experto en ecología para disfrutar y aprender de lo que tenemos a nuestro alrededor. Solo mirarlo, percibirlo, escucharlo, interiorizarlo.

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