¿Para qué ha servido el COP de Chile-Madrid?
Tal y como me temía, la 25ª reunión de las partes del tratado de NN.UU. sobre cambio climático (COP25) ha sido un fiasco. Sin acuerdos bilaterales previos entre las grandes potencias emisoras era poco problable llegar a un acuerdo del calado que la situación requiere. Pese a la parafernalia que llevan consigo estas cumbres, con miles de viajes y cientos de stands de gobiernos, empresas y ONGs, -con las toneladas de emisiones de GEI que llevan consigo- la conferencia de Madrid no ha ayudado nada a resolver el problema.
En la raíz del fracaso está la falta de compromiso político de los grandes actores que son responsables directors de las emisiones que están causando el cambio climático. En el último informe del Global Carbon Project, se indicaba que el 67% de todas las emisiones globales se producen por 6 grandes territorios: China (28%), EE.UU. (15%), los 29 países de la UE (9%), India (7%), Rusia (5%) y Japón (3%). Mientras estos actores no lleguen a acuerdos vinculantes de calado, el problema seguirá incrementandose. Recuerdo que tras el acuerdo de Paris (2015), en el que se establecía que todos los países presentarían unos compromisos para limitar sus emisiones, éstas han seguido subiendo. No sólo es que no estemos paliando el problema, sino que lo seguimos aumentando. Ni las grandes manifestaciones ciudadanas, con la creciente participación de jóvenes de cientos de países, ni siquiera el cambio en la actitud de algunas de las grandes empresas (que comienzan a realizar inversiones de calado para reducir sus emisiones), está llevando a los gobiernos a tomar las medidas que la situación requiere. Como titula un reciente artículo de la revista Nature: "Las emisiones de dióxido de carbono continúan creciendo en medio de las lentas políticas de emergencia climática". Tengo que reconocer que me pone especialmente nervioso ese término, emergencia climática, ya que estamos confundiendo a los ciudadanos sobre lo que es preciso realizar. El cambio en el modelo energético -que es la esencia de la mitigación climática- no puede realizarse con la rapidez que cualquiera entiende por la palabra emergencia. Parece que lo único que se considera de emergencia es la toma de decisiones, pero ni siquiera éstas llegan. Así, corremos el serio peligro de acabar confundiendo al ciudadano. Si algo es de emergencia es porque se van a tomar medidas YA, no para el 2030, no para el 2050, para YA! No puede cambiarse nuestro sistema energético YA, pero sí pueden tomarse medidas inmediatas de calado, como cerrar plantas energéticas de carbón, incluir un impuesto al uso de energías fósiles, ampliar subvenciones a energías renovables, mejorar la conectividad de la red para la producción distribuida y el autoconsumo.
Parece que en la COP25 de Madrid el mensaje final ha sido: "veremos si tomamos medidas en el COP26"; en resumen: "todavía no". ¿Para qué se han reunido entonces? ¿Para qué el inmenso gasto de energía, recursos, horas de trabajo, reuniones, debates, presentaciones, etc.? ¿Para qué tantas manifestaciones de la sociedad civil? No es de extrañar que el ciudadano de a pie explote en tantos países, que haya revueltas que a la distancia no se entienden. La falta de conexión de los políticos con la realidad es llamativa. La transformación de personas "normales" cuando se convierten en políticos así lo prueba. Aquí tenemos muchos ejemplos (¿les suena lo del "Nunca me marcharé de Vallecas"?). Cuando llegan al poder, se olvidan, dejan al lado lo que son y se desvinculan de los problemas de la gente. Pasan a resolver sus problemas, a discutir sus intereses, a encerrarse en su burbuja de privilegios.
Mientras, los ciudadanos de a pie seguimos denunciando lo que pasa, quizá algún gobernante algún día nos escuche...
En la raíz del fracaso está la falta de compromiso político de los grandes actores que son responsables directors de las emisiones que están causando el cambio climático. En el último informe del Global Carbon Project, se indicaba que el 67% de todas las emisiones globales se producen por 6 grandes territorios: China (28%), EE.UU. (15%), los 29 países de la UE (9%), India (7%), Rusia (5%) y Japón (3%). Mientras estos actores no lleguen a acuerdos vinculantes de calado, el problema seguirá incrementandose. Recuerdo que tras el acuerdo de Paris (2015), en el que se establecía que todos los países presentarían unos compromisos para limitar sus emisiones, éstas han seguido subiendo. No sólo es que no estemos paliando el problema, sino que lo seguimos aumentando. Ni las grandes manifestaciones ciudadanas, con la creciente participación de jóvenes de cientos de países, ni siquiera el cambio en la actitud de algunas de las grandes empresas (que comienzan a realizar inversiones de calado para reducir sus emisiones), está llevando a los gobiernos a tomar las medidas que la situación requiere. Como titula un reciente artículo de la revista Nature: "Las emisiones de dióxido de carbono continúan creciendo en medio de las lentas políticas de emergencia climática". Tengo que reconocer que me pone especialmente nervioso ese término, emergencia climática, ya que estamos confundiendo a los ciudadanos sobre lo que es preciso realizar. El cambio en el modelo energético -que es la esencia de la mitigación climática- no puede realizarse con la rapidez que cualquiera entiende por la palabra emergencia. Parece que lo único que se considera de emergencia es la toma de decisiones, pero ni siquiera éstas llegan. Así, corremos el serio peligro de acabar confundiendo al ciudadano. Si algo es de emergencia es porque se van a tomar medidas YA, no para el 2030, no para el 2050, para YA! No puede cambiarse nuestro sistema energético YA, pero sí pueden tomarse medidas inmediatas de calado, como cerrar plantas energéticas de carbón, incluir un impuesto al uso de energías fósiles, ampliar subvenciones a energías renovables, mejorar la conectividad de la red para la producción distribuida y el autoconsumo.
Parece que en la COP25 de Madrid el mensaje final ha sido: "veremos si tomamos medidas en el COP26"; en resumen: "todavía no". ¿Para qué se han reunido entonces? ¿Para qué el inmenso gasto de energía, recursos, horas de trabajo, reuniones, debates, presentaciones, etc.? ¿Para qué tantas manifestaciones de la sociedad civil? No es de extrañar que el ciudadano de a pie explote en tantos países, que haya revueltas que a la distancia no se entienden. La falta de conexión de los políticos con la realidad es llamativa. La transformación de personas "normales" cuando se convierten en políticos así lo prueba. Aquí tenemos muchos ejemplos (¿les suena lo del "Nunca me marcharé de Vallecas"?). Cuando llegan al poder, se olvidan, dejan al lado lo que son y se desvinculan de los problemas de la gente. Pasan a resolver sus problemas, a discutir sus intereses, a encerrarse en su burbuja de privilegios.
Mientras, los ciudadanos de a pie seguimos denunciando lo que pasa, quizá algún gobernante algún día nos escuche...
Comentarios
Publicar un comentario