El cambio climático y la pandemia

No soy de los que piensan que hay que alegrarse por los efectos positivos de esta pandemia, porque ha generado mucho sufrimiento, que esos beneficios en modo alguno compensan. Sí pienso, sin embargo, que de cualquier evento que vivimos podemos sacar enseñanzas, también de los que nos suponen dolor y tristeza, porque también esas experiencias son parte de la vida.
Uno de esos impactos positivos ha sido comprobar qué pasa cuando ponemos la salud humana por encima de la economía. No deberíamos hacerlo sólo en situaciones extremas, como la actual, sino en toda nuestra actividad económica, por más que también la economía sea muy importante para las personas. El problema es que hay muchas menos formas distintas de arreglar nuestra salud que de promover nuestra actividad económica. Si las prioridades están claras, las acciones también lo estarán. Otro elemento clave, a mi modo de ver, es aunar lo urgente y lo importante. No podemos prescindir de lo segundo en aras de lo primero, porque llegará un momento en que lo importante sea urgente, y quizá en ese momento no tengamos ya la capacidad de reacción suficiente.
Quiero unir ambas ideas para relacionar la situación que vivimos con la amplísima demanda de los científicos y la mayor parte de la sociedad civil para tomar acciones eficaces para combatir el cambio climático. Es poco probable que haya una catástrofe climática súbita, pero es muy probable que haya cambios climáticos que conduzcan a situaciones catastróficas en muchos lugares si no tomamos medidas más exigentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El encierro de la mayor parte de los ciudadanos en sus hogares a que ha dado lugar el Covid-19 va a suponer la mayor caída de emisiones desde que se tienen estimaciones, parece que incluso mayor que durante las dos guerra mundiales, tanto en términos absolutos como relativos. La organización mundial de la energía en un reciente estudio calcula que, sólo en el primer cuatrimestre de 2020, se ha producido una reducción del 6% en la demanda global, equivalente al consumo energético de la India. Si se incrementan los periodos de confinamiento, se estiman caídas aún mayores (hasta del 30% si se produce un confinamiento completo). Resulta esperanzador que, según el mismo informe, las principales caídas de produccion se darán en las fuentes de energía más contaminantes. Se estima que para el conjunto del año el carbón descenderá el 7.7% y el petróleo el 9.1%, mientras que se estima un incremento, aunque modesto, de la producción de renovables (+0.8%). Los datos del primer cuatrimestre de 2020 confirman estos valores, con descensos del 8% en las emisiones del carbón, 4.5% del petróleo y 2.3% del gas natural.
¿Quiénes son los sectores que explican mejor esta brusca reducción? Se habla mucho de la navegación aérea, y con razón pues tiene emisiones altas, pero no hay que perder de vista que solo suponen aproximadamente el 3% de las emisiones mundiales. De acuerdo a datos que recoge la BBC, la bajada de emisiones se debe principalmente al tráfico por carretera, que ha caído en el pasado trimestre en las principales ciudades del mundo más de un 50% respecto al mismo periodo de 2019. Se calcula que el decremento en el uso del petróleo está siendo 10 veces mayor que el producido durante la crisis económica de 2009. En definitiva, hemos viajado muy poco durante los últimos meses. Sin llegar a los extremos actuales, conviene revisar si es necesario tanto desplazamiento. Particularmente, creo que ha quedado desmostrado el interés del teletrabajo para muchos sectores: ahorra tiempo, dinero y emisiones en cantidades muy considerables. Deberían de tenerlo muy presente empresarios y gobernantes a la hora de planificar la vuelta a la normalidad.
Un último dato a tener en cuenta en la relación entre cambio climático y Covid-19 es el coste que representa para la economía mundial. Repetidamente los expertos que han evaluado el daño potencial del cambio climático han indicado que tendría una enorme repercusión en el PIB mundial (entre el 5 y el 20%), particularmente en los escenarios que superen los 2º de calentamiento. El acuerdo de Paris indicaba que sería necesario invertir al menos 100.000 millones de dólares anuales para mitigarlo. Parece una cifra enorme, pero resulta ridícula cuando la ponemos en perspectiva mundial. Aún así,  la inversión que se está ejecutando realmente está muy lejos de esa cifra. Además, cuando la comparamos con los costes de la pandemia, vemos cómo el esfuerzo es muy pequeño frente al impacto potencial del que nos preserva. Una reciente estimación del Banco Mundial indica que el Covid-19 puede suponer una caída del PIB mundial del 4%, lo que supone, aproximadamente, 3 billones de dolares, esto es 30 veces más que la inversión anual que se recomendaba en mitigación del cambio climático.
De nosotros depende salir de esta crisis sanitaria y económica, urgente, sin renunciar a lo importante, ponderando el coste de no afrontar los riesgos frente al coste de padecerlos; subrayando de entre lo que hemos dejado de hacer, qué es sustancial y qué superfluo; haciendo las cosas mejor, de otra forma, con otros valores, que hagan compatible, para nosotros y para las personas más vulnerables (de aquí y de los países en desarrollo) la salud, la economía y las libertades fundamentales con la pervivencia futura de este bello planeta que habitamos. Nos jugamos mucho, de nosotros depende.




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