Paz, Pobreza, Ecología

Escribo esta entrada el día de San Francisco de Asis, nombrado patrón de la ecología por Juan Pablo II. Para muchas personas, creyentes y no creyentes, la visión y el ejemplo de vida de San Francisco es una luz que estimula, que permite imaginar otro tipo de relación con las demás personas y con el resto de los seres vivos. No es casualidad que se unan en la misma persona tres dimensiones ahora más valoradas, y quizá a la vez más olvidadas, que nunca: la paz, la pobreza y la sintonia con las criaturas. Precisamente hoy presenta el papa Francisco su segunda encíclica solo escrita por él (como es sabido la Lumen Fidei, la escribió en colaboración con Benedicto XVI). La denomina Fratelli Tutti, y al igual que la Laudato si, está inspirada por el santo de Asis. De hecho, ha sido presentada precisamente en esta pequeña localidad italiana.


¿Qué tiene que ver la paz, la pobreza y la ecología? ¿por qué confluyen en una figura tan extraordinaria como San Francisco? En mi opinión, porque se trata de la misma dimensión de una actitud más profunda, que está en la base de las tres: una humildad honda, que lleva a sentirse criatura, que necesita de Dios y de los demás, que todo lo que recibe lo considera como una gracia, como un don inmerecido. Esa actitud implica que en todos los demás seres creados se encuentra un motivo para el agradecimiento, que en toda persona se ve alguien cercano, que comparte esos mismos dones, que a la vez necesita de nosotros y nos cuida. No puede haber confrontación cuando todos los demás hombres son considerados hermanos. Ahí esta la paz, que no es una mera ausencia de conflicto, sino una voluntad de vivir en armonia con quien compartimos esta casa común.

Si todo lo que tenemos es un don, algo inmerecido, es motivo de agradecimiento y se reduce nuestra necesidad de tener más, porque estaremos satisfechos con lo recibido, porque disfrutaremos con las cosas que tenemos y sobre todo con las personas que nos rodean, a las que queremos y de las que recibimos cariño. La felicidad no vendrá de tener, sino de dar. Ahí está la pobreza, entendida no como una situación económica, sino como una virtud, que nos lleva no tanto a no tener, sino a querer no tener, a prescindir de lo que no necesitamos.

Si nuestra vida está centrada en los valores que realmente la llenan, podremos abrir los ojos para ver a las demás criaturas que comparten con nosotros este planeta, y valorar los muchos beneficios que nos facilitan (la pureza del aire y del agua, la sujección del suelo, la comida, el vestido...), y les cuidaremos para que sigan desempeñando esa función, no solo para nosotros sino también para los demás seres vivos. Mantendremos la red de la vida, porque consideraremos la vida como una red de relaciones.

Paz, Pobreza, Ecología. Si van de la mano, llegaremos más lejos, sabremos salir de situaciones de crisis, como la actual, no solo saldremos, sino que cambiaremos muchas cosas que a primera vista nos benefician, pero sabemos bien que acaban haciendonos daño. Al final, todos buscamos la felicidad. San Francisco nos recuerda unos valores que sin duda conducen a ella; pensemos sobre qué se asientan los nuestros.

Comentarios

  1. Gracias, Emilio !!! Clarisimo, fenomenal... ¡Gracias!

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  2. Muchas gracias Emilio. Me encanta el concepto de pobreza no como padecer necesidades, sino escoger vivir con lo esencial, sin desear poseer más de lo necesario, sin ansia de posesión, sin buscar nuestra felicidad y autoestima en objetos, en lugar de nuestro ser y actuar creyente.

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