Tópicos y realidades en política ambiental

 Hace unas semanas incluí una entrada sobre la necesidad de liberar a la política ambiental de sesgos ideológicos, ya que la conservación de la naturaleza debería ser tarea de todos, sin distinción de opiniones sociales, culturales o religiosas. Muchas personas en medio de la creciente polarización de las opciones políticas tienden a rechazar compromisos ambientales porque los consideran parte de una visión que no comparten, asumiendo que cualquier propuesta que venga de quien no está "en su bando" es, por ese motivo, rechazable. En pocas palabras, en lugar de preguntarse por la verdad o el bien que llevan consigo las propuestas que hace una persona, sea del partido que sea, se fijan solo en su adscripción para aceptarlas o rechazarlas. Es lo que conocían los clásicos como argumentos "ad hominen", una forma falaz de discutir en el que se invalida las razones que da una persona acusándola de poseer una característica que se considera rechazable. Así no hay manera honesta de promover la verdad, porque se invalida cualquier diálogo.

Traigo esto a colación para indicar que las políticas ambientales son bastante trasversales a la mayor de los partidos políticos, por más que unos quieran presentarse como adalides exclusivos del ambiente. En nuestro país, se da casi por supuesto que las legislaciones ambientales más avanzadas se van a dar con gobiernos de izquierdas, y que los de derechas van a dedicarse a favorecer a las industrias y, por tanto, a promover la contaminación. La realidad de los hechos no se ajusta a esta visión simplista, y lo que descubrimos es que unos y otros se preocupan más o menos lo mismo por el ambiente: en realidad, más bien poco.

Pongo un ejemplo sencillo, las políticas que promueven la llamada "movilidad sostenible", o para ser más preciso la renovación del parque automovilístico hacia coches de baja emisión, con sus necesarios puntos de carga. El ejemplo es muy pertinente, pues ilustra algo muy obvio: el 42% de la energía total que consumimos está ligada al transporte; de esa cantidad, el 80%  al transporte de carretera. Luego reducir nuestras emisiones debería estar ligado a introducir vehículos de baja emisión, lo que quiere decir principalmente vehículos eléctricos (hasta el 70% con menos emisiones que un vehículo equivalente de gasolina, si la electricidad se genera de fuentes renovables), híbridos enchufables (dependen mucho del tipo de trayectos), híbridos o de gas natural (hasta un 30% menos).

Pues bien, veamos qué han hecho los gobiernos del PP (hasta 2018) y del PSOE-Podemos (desde entonces), con las ayudas a la adquisición de este tipo de vehículos. En el 2017 se dieron 63 millones de euros para el programa MOVEA (PP), en el 2019 se otorgaron al plan MOVES (PSOE) 45 millones y en el 2020 el plan MOVES II (PSOE-P) ha incluido 100 millones. Si comparamos con los 1500 millones que dio Alemania o los 450 de Francia ya en el 2017 (no tengo datos de este año), el plan parece muy poco ambicioso. En cuanto a la cuantía de las ayudas, y me centro ahora en la adquisición de coches eléctricos, el MOVEA facilitaba hasta 5.500 € en cada compra, mientras el MOVES II concede mucho menos, 4000 €, salvo que quiera achatarrarse el coche, que puede llegar a 5500€. Además, el MOVES complica mucho la adquisición sobre el MOVEA, porque la subvención ahora se da a la persona después de comprar el coche, en lugar de otorgársela al concesionario para que reduzca el precio de compra, así que si uno necesita la ayuda para comprarlo se produce una paradoja de difícil solución. Por otro lado, tanto el MOVEA como el MOVES se han agotado en menos de una semana. 

En suma, si se quiere tomar en serio la reducción de emisiones en el horizonte 2030, y teniendo en cuanta la alta proporción de las mismas debidas al transporte por carretera, la política de ayudas emanada por los gobiernos de los dos partidos principales es bastante ridícula y  no se observan mejoras, mas bien al contrario, con un gobierno de izquierdas. En suma, quizá unos presumen más y otros menos, pero ambos siguen dejando a la cola los tema ambientales.

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