La ecología del abrazo

En medio de la crisis migratoria en la frontera hispano-marroquí de Ceuta, y en medio de los distintos análisis de las motivaciones sociales o políticas que intentan explicar en los medios esa extraordinaria situación, hemos podido también observar, a través de esos mismos medios, el poder de la imagen y la fuerza del gesto humano, que salva la discusión teórica para ponerle rostro y sufrimiendo a una situación que sería de otra forma objeto de una mera reflexión. No solo es cuestión de discutir el origen de un conflicto entre dos países que acaba concretándose en unas personas que casi nada saben del mismo: se trata de ver detras de ese conflicto, de cualquier conflicto, a seres humanos que lo sufren, a personas con rostro, con nombres y apellidos que están siendo usados como mercancía, tanto por las mafías que los explotan, como por los intereses políticos que los emplean como escudo humano. Pero las migraciones siempre deberían conducirnos a pensar en personas concretas y singulares que están ahí, a nuestra puerta. No estamos hablando de problemas abstractos; estamos hablando de seres humanos como nosotros, con la misma dignidad inalienable, pero que no cuentan para casi nadie: son solo moneda de cambio para quienes los utilizan para unos intereses u otros.

Todo esto me venía a la cabeza contemplando una escena entrañable, que imagino ya casi todos habréis visto, pero no me resisto a incluirla en este blog:

 

He puesto esta versión porque no incluye ningún comentario. No hace falta hacerlo. Sobran las palabras, particularlmente aquellas que -inexplicablemente- insultaban a esa joven. 

Nada hay más humano que un abrazo: qué hermosa manera de decir que le importas a alguien, que no eres un problema anónimo, que tienes rostro y sufrimiento. El cuidado del ambiente no tiene sentido sin el cuidado de los seres humanos: ambas cosas son parte de lo mismo. Es lo que intentaba indicar en mi primera entrada cuando hablaba del concepto de ecología integral. El gesto de esa joven, Luna, ha dado la vuelta al mundo, y nos muestra lo que significa mirar con cariño al otro, cuidarle. 

Quizá ha tenido menos eco, pero me parece también muy entrañable otro abrazo, en este caso de un adolescente inmigrante en la misma frontera hispano marroquí:

 

¿Qué hay común entre ambos gestos? En mi opinión dos cosas: por un lado que por encima de las leyes están las personas, y que la dignidad de un ser humano es independiente del lugar donde se encuentra; por otro, que ambos abrazos se producen entre un inmigrante y una mujer, cooperante una, soldado la otra. Los varones tenemos que aprender mucho de las mujeres; creo que es una pena que algunas solo quieran parecerse a nosotros: confunden la dignidad con el carácter, los derechos con la forma de ser. Viendo estos gestos, uno se pregunta si este mundo no sería más humano si mandaran las mujeres, o al menos si se considerara seriamente su punto de vista en la resolución de conflictos. Una mujer lleva en su Biología la acogida, el cuidado, el abrazo... sería una desgracia para este mundo perderlo.

Comentarios

  1. Buenísimo, Emilio. Gracias por subrayar una vez más el lado humano de la conversión ecología

    ResponderEliminar

Publicar un comentario