De nuevo con los coches eléctricos

Hace unos días estuve comiendo con unos amigos. Entre los temas de diálogo, salió una referencia a mi coche eléctrico, y en general a la promoción que se está realizando en nuestro país sobre los vehículos alternativos. Dos de los comensales insistían en que los coches eléctricos tienen mayor impacto ambiental que los de gasolina o gasoil, y que nos estaban engañando con cifras falsas sobre su eficiencia. No dieron ningún dato para desmentir los supuestos engaños, simplemente era un axioma que se demostraba a sí mismo. No quise entrar en discusiones sobre estos temas, que ciertamente requieren algo más que impresiones personales si se pretende debatir con un cierto rigor. Además, es mejor dejar las conversaciones acaloradas para otro momento, que ya tenemos los termómetros bastante elevados.

Hace unos meses hice varias entradas en este blog que aportaban cifras concretas en términos de impacto ambiental de los coches eléctricos, centrándome en concreto en la huella de carbono, esto es en las emisiones de gases de efecto invernadero que generan los distintos tipos de vehículos. Me remito a esa entrada para quien quiera tener datos sobre esta cuestión. Para los que prefieran un resumen, les confirmo que un coche eléctrico alimentado con energía renovable (que está disponible en nuestro país a través de numerosas cooperativas y algunas comercializadoras) emite en su ciclo de vida un 25% del CO2 equivalente que emite un coche de gasolina del mismo tamaño (esto es, ahorramos un 75% de emisiones, unas 28 toneladas de CO2), asumiendo una vida útil de 200.000 km. En caso de que las baterías del coche se hayan fabricado en una instalación alimentada íntegramente con energía renovable (como están ya haciendo varios productores) el ahorro llegaría al 100%, ya que en el resto de los componentes, las emisiones son las mismas que un coche de combustión. Esto es lo que llaman emisiones netas cero, aunque estrictamente no es así, ya que hay que contar con la extracción, montaje, transporte y disposión del vehículo. Solo serían (casi) cero en el uso. El ahorro de emisiones usando un coche elécrico alimentado con energía eléctrica del mix español sería de un 45%, mientras que un coche  de gasoil ahorarría de un 10%, y uno de gas natural un 30%. Ahora bien, los de gasoil emiten óxidos de nitrógeno y partículas (sobre todo los más antiguos) que tienen un efecto directo en la contaminación urbana, de ahí que tiendan a eliminarse.

La Unión Europea ha acordado recientemente que en 2035 no se fabricarán coches de combustión. Es una buena medida para descontaminar los centros urbanos (habrá que hacer algo similar con las calefacciones). Ahora es preciso también impulsar más decididamente el cambio a la automoción eléctrica, tanto con baterías, como con hidrógeno. Sigo sin entender la filosofía del plan Moves, muy confuso y complejo en la práctica para el consumidor de a pie. Al final parece que se aprovechan más las flotas de coches compartidos y las cadenas de gasolineras. El sistema es muy poco eficiente, requeriendo hacer primero la inversión para luego recibir la bonificación de la compra. Sería mucho más sencillo y mandaría un mensaje mucho más claro al consumidor, bajar el IVA de los coches eléctricos. No requeriría ninguna gestión adicional para tramitar las ayudas, lo que genera incertidumbre en el comprador e inseguridad en los concesionarios. Además, sería el mismo procedimiento para todo el país, dejando -al menos en este tema-, los vericuetos administrativos que cada comunidad autónoma propone para gestionar los programas gubernamentales. El cambio en la política de ayudas y la promoción de puntos de recarga será clave para promover la movilidad eléctrica en nuestro país, que apenas alcanza el 2% de vehículos eléctricos, muy lejos de Suecia: 32,2%, Países Bajos: 25% o Alemania: 13,5%, y en donde solo tenemos un 5% de las estaciones de carga que tiene Francia o Alemania (según el observatorio del vehículo eléctrico de Comillas).

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