El aborto y la ecología humana

Estos días vuelve a abrirse la caja de pandora del aborto, a raíz de una iniciativa de la consejería de sanidad de Castilla y León. Es llamativo que sobre este asunto no haya casi nunca argumentos racionales: parece campo abonado para las descalificaciones gratuitas y los insultos. Pero, se quiera o no, es un asunto muy relevante para la consideración que tenemos, como sociedad, de algo tan sustancial como que es un ser humano, qué es la autonomía personal y qué límites tiene, que es un derecho fundamental, y como se gestionan los derechos de seres humanos que todavía no los tienen legalmente.

Desde la temática de este blog, me parece que conviene reflexionar sobre las implicaciones ecológicas del aborto. Si la ecología es el estudio de las relaciones entre los seres vivos y su entorno, la ecología del aborto nos llevaría a reflexionar sobre las relaciones de un ser vivo, embrión humano o ser humano en gestación, y su entorno, el útero materno donde crece. Científicamente no parece que haya mucha duda sobre que lo eliminado en el aborto sea un ser vivo, de la especie humana y genéticamente distinto de la madre. Tampoco parece haber dudas sobre la falta de un límite temporal en el desarrollo de ese embrión: se produce secuencialmente, pero no parece haber un momento concreto donde podamos decir que haya una transformación sustancial en el seno donde vive, una etapa en donde pase de ser un ser X a convertirse en un ser humano: todo ocurre gradualmente. La única transformación sustancial sería el momento del parto, en el que comienza a respirar por sí mismo. Finalmente, parece también científicamente indiscutible que el mejor ambiente -el más ecológico- para un embrión en gestación es el seno de su madre.

Si la ecología es una ciencia, es porque deduce sus principios de la observación empírica, analiza los datos que recoge, de la forma más rigurosa posible, en campo o laboratorio. Además, si la ecología tiene impactos sobre la vida cotidiana de las personas, debería basarse en la mejor observación posible, en los mejores datos de que dispongamos. Me pregunto, entonces, ¿por qué facilitar una ecografía a la mujer que está gestando un ser humano es un atentando a su intimidad? ¿por qué coarta su libertad tener más información sobre lo que tiene intención de eliminar? ¿no suelen hacerse pruebas diagnósticas para eliminar un tumor o alguna otra parte indeseada de nuestro cuerpo? ¿qué temen los que se oponen drásticamente a esta medida, que, según tengo entendido, además se ofrece de modo voluntario?

Quizá es que no queremos saber más sobre algo que en el fondo sabemos perfectamente qué es. Quizá en el siglo XXII se pregunten por qué sus antepasados aceptaron el aborto, como ahora nos preguntamos cómo fue posible que los humanos del s. XVII y XVIII aceptaran la esclavitud. Si entonces hay archivos del pasado quizá descubran que no todos compartíamos esa alucinación colectiva. Y, mientras, siguen muriendo 100 000 niñas y niños cada año en nuestro país, seguramente la mayor parte perfectamente sanos y con una vida plena por desarrollar. ¿Cuándo vamos a reflexionar sobre esto?

Comentarios

  1. Espléndido. Enhorabuena. Espero que sea muy leído. Y gracias por el rigor. la claridad, la sencillez y la coherencia. No entendería que alguien pudiera poner algún "pero".

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  2. Muchas gracias por la síntesis y la claridad de ideas

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